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Parte 5: La peregrinación al juzgado

El proceso por el que pasa un trabajador enfermo es como una peregrinación, con sus distintas etapas. Primero llegan las incontables idas y venidas al hospital. Algunos dejan el camino en esta primera etapa, porque así lo desean o porque no consiguen continuar. Los que saben lo que les ha provocado su dolor y se sienten con fuerza y voluntad para reivindicarlo emprenden la siguiente, no menos dura que la primera, la de los papeles y los viajes a los juzgados. Muchas veces son las familias las que toman el relevo en esta fase. 

“Es una vergüenza que un enfermo tenga que pelear en una sala de juicio para demostrar lo que tiene y lo que se le provocó”, lamenta Ramón Río. Desde AGAVIDA llevan casi dos décadas acompañando a los peregrinos del amianto”—expresión heredada de la obra homónima que escribió Roberto Amado para contar esta historia— a juicio y tramitándoles todas las solicitudes y papeles pertinentes, que no son pocos.

Primera etapa: el informe médico

“El primer paso es un diagnóstico válido para el Instituto de la Seguridad Social”, explica el abogado Víctor Manuel López, que defiende los casos gestionados por AGAVIDA. Aquí algunos encuentran el primer obstáculo. Eduardo Feal tiene asbestosis y una hoja de servicio que recoge sus dos décadas a bordo de fragatas infestadas de amianto. Lo que no tiene es un informe médico que pueda presentar para iniciar el proceso de reclamación, porque el médico que le atendió en Madrid y le comunicó su diagnóstico se negó a ponerlo por escrito cuando Eduardo se lo solicitó. No es la primera vez que esta negativa se encuentra en consulta. 

 

Muchos otros sí consiguen el expediente médico, pero si no es una enfermedad incluída en el cuadro de enfermedades profesionales, no suele salir adelante. Por ejemplo, un paciente con cáncer de tipo gastrointestinal. “Como abogado trato de pelear aquellos casos de enfermedades que no aparecen en el cuadro pero que las investigaciones relacionan con la exposición”, cuenta Víctor Manuel. Pone de ejemplo el cáncer de laringe, que entró en el cuadro en 2015 gracias a la jurisprudencia.

Otro obstáculo que aparece en el paso inicial son los tiempos de la Administración. Para poder solicitar la reclamación, el trabajador debe tener concedido el reconocimiento de la enfermedad profesional por parte del INSS, un documento que puede tardar mucho en llegar. “Actualmente estamos viendo pacientes de mesotelioma, una enfermedad con una esperanza de vida tan reducida, esperar dos años por el expediente”, denuncia Víctor Manuel. “Esto es todo un drama porque hay gente que no llega a ver reconocidos sus derechos en la vida”, lamenta. 

AGAVIDA es la asociación de referencia para el asesoramiento de las víctimas del amianto, pero no es la única que ayuda en Ferrol en el largo camino de los trámites. La Asociación de Padres de Suboficiales de la Armada (APFSA) hace siete años se sumó a echar una mano en este proceso a los afectados y familiares del colectivo militar. Domingo Varela fue quien asumió la gestión de los expedientes en esta pequeña oficina ubicada en el barrio de Canido. El desconocimiento sobre lo que podía reclamar y cómo hacerlo al que se enfrentó tras la muerte de su padre le hizo darse cuenta de la necesidad de esta figura que atiende y acompaña. “Cuando era joven, en la oficina de Correos había un señor que por una peseta ayudaba a cubrir los documentos a las personas que no sabían. Nosotros hacemos lo mismo sin la peseta”, cuenta para ilustrar el trabajo de las asociaciones. Cuando pierdes a un familiar no estás en condiciones de andar con papeleo, señala.  La complejidad del lenguaje administrativo, el rigor requerido en la documentación y los largos períodos de espera son verdaderos obstáculos para las viudas de edad avanzada, con la dificultad añadida de procesar al mismo tiempo el duelo

Domingo Varela: “Los militares lo tenemos un poco más fácil. A los trabajadores de Bazán, como haya alguna duda no se lo dan”.

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